Pregunta: ¿Es posible reconciliar el Islam con la democracia? ¿Cómo ve la falta de democracia en muchos países musulmanes, y ves esta falta de democracia como un deficit de las naciones musulmanas?
Fethullah Gülen: En cuanto al tema del Islam y la democracia, hay que recordar que la primera es una religión divina y celestial, mientras que el segundo es una forma de gobierno desarrollada por los seres humanos. Los objetivos principales de la religión son la fe (iman), servidumbre a Dios (ubudiyyah), el conocimiento de Dios (ma'rifah) y hermosas acciones (ihsan). El Corán, en sus cientos de versos, invita a la gente a la fe y la adoración de la Vera (al- Haqq). También pide a la gente a profundizar su servidumbre a Dios de una manera que ellos puedan ganar la conciencia de ihsan. “Para creer y hacenr buenas obras,” es uno de los temas que Corán subraya enfáticamente. También recuerda con frecuencia las personas que tienen que desarrollar una relación consciente con Dios y actuar como si ellos ven a Dios, o como si son vistos por Dios.
Misma democracia no es un sistema unificado de gobierno. En este sentido, rara vez se presenta sin una afiliación. En muchos casos, otro término, como sociales, liberal, cristiano, o radical, se añade como prefijo. En algunos casos, incluso una de estas formas de democracia no se puede considerar al otro como la democracia.
Sin embargo, en nuestros días, la democracia se menciona con frecuencia en su forma no afiliado, ignorando el carácter plural de las democracias. En contraste con esto, muchos hablan de la religión como equivalente a la política, que es, de hecho, sólo una de las muchas facultades de la religión. Esta percepción se ha traducido en una serie de posiciones en el tema de la reconciliación del Islam y la democracia. Aunque estos términos no son vistos como opuestos, es evidente que son diferentes en aspectos importantes.
Según una de estas conceptualizaciones, el Islam es una religión y un sistema político. Se ha expresado en todos los ámbitos de la vida, incluyendo el individual, familiar, social, económico y lo político. Desde este punto de vista, para confinar el Islam sólo la fe y la oración es para reducir el ámbito de su interacción y su interpenetración. Muchas ideas se han desarrollado a partir de esta perspectiva y, más recientemente, estos a menudo han causado Islam a ser percibido como una ideología. Según algunos críticos, este enfoque hace el Islam sólo una de las muchas ideologías políticas. Esta visión del Islam como una ideología totalizadora es totalmente contrario al espíritu del Islam, el cual promueve el estado de derecho y abiertamente rechaza la opresión contra cualquier segmento de la sociedad. Este espíritu también promueve acciones para el mejoramiento de la sociedad, de acuerdo a la opinión de la mayoría.
Los que siguen un patrón más moderado también creen que sería mucho mejor para presentar el Islam como un complemento a la democracia en vez de presentarlo como una ideología. Tal introducción del Islam puede desempeñar un papel importante en el mundo musulmán a través de enriquecer las formas locales de la democracia y que se extiende de tal manera que ayude a los humanos a desarrollar una comprensión de la relación entre los mundos espiritual y material. Yo creo que el Islam también enriquecer la democracia en respuesta a las necesidades profundas de los seres humanos, como la satisfacción espiritual, que no puede ser cumplida sino por el recuerdo de lo Eterno.
Sí, en el mundo islámico y en particular en mi país, Turquía, es doloroso ver como los que hablan sobre el Islam y la democracia y la afirmación de pronunciar en nombre de la religión han llegado a la comprensión de que el Islam y la democracia no pueden conciliarse. Esta percepción de la incompatibilidad se extiende a algunas personas a favor de la democracia. El argumento que se presenta se basa en la idea de que la religión del Islam se basa en la regla de Dios, mientras que la democracia se basa en la visión de los seres humanos, que se opone a ella. A mi entender, sin embargo, hay otra idea que se ha convertido en una víctima de esa comparación superficial entre el Islam y la democracia. La frase: “La soberanía reside en la nación sin condiciones,” no significa que la soberanía se ha tomado de Dios y dada a los seres humanos. Por el contrario, significa que la soberanía se ha confiado al hombre por Dios, es decir, que ha sido tomado de opresores y dictadores individuales y entregado a los miembros de la comunidad. Hasta cierto punto, la era de los Califas Bien Guiados del Islam ilustra la aplicación de esta norma de la democracia. Cosmológicamente hablando, no hay duda de que Dios es el soberano de todo en el universo. Nuestros pensamientos y planes siempre están bajo el control del poder de tal Omnipotente. Sin embargo, esto no quiere decir que no tenemos voluntad, inclinación o decisiones. Los seres humanos son libres para tomar decisiones en su vida personal. También son libres de tomar decisiones con respecto a sus acciones sociales y políticas. Algunas pueden contener diferentes tipos de elecciones para elegir a los legisladores y ejecutivos. No hay una sola manera de celebrar una elección, como podemos ver, esto fue cierto incluso para la Era de la Felicidad, el tiempo del Profeta del Islam, y durante la época de los Cuatro Califas, que Dios esté complacido con todos ellos. La elección del primer califa, Abu Bakr, fue diferente a la del segundo califa Omar. La elección de Uthman era diferente de la de Alí, el cuarto califa. Sólo Dios sabe el método correcto de la elección.
Por otra parte, la democracia no es una forma inmutable de gobierno. En cuanto a la historia de su desarrollo, se pueden ver los errores que son seguidos por cambios y correcciones. Algunos incluso han hablado de treinta tipos de democracia. Debido a estos cambios en la evolución de la democracia, algunos han mirado este sistema con vacilación. Tal vez esta es una razón por la cual el mundo musulmán no ver la democracia con gran entusiasmo. Además de esta falta de entusiasmo, la violencia de los gobernantes despóticos en el mundo islámico, que ven la democracia como una amenaza a su despotismo, presenta otro obstáculo para la democracia en las naciones musulmanas.